Discografía

Y el reloj marca las tres (2006)
Y el reloj marca las tres una y otra vez.
Estos cantos forman un compendio de continuo agradecimiento y reconocimiento de la obra redentora de Nuestro Señor Jesucristo.
Y al decir: “obra redentora”, estoy aludiendo a mi salvación, a la salvación de todos y cada uno, como si cada cual fuera el único ser humano sobre esta Tierra.
No tenía porque sufrir así Nuestro Señor Jesús. ¿Para que? Solo por un amor incomprensible hacia nosotros, sus criaturas, sus hijos.
¡Pero quiso hacerlo!. Sabía que sólo Él como Dios, podría redimir todos nuestros pecados, lavar con su sangre preciosa derramada nuestras innumerables culpas.
Su misericordia va desde comprender nuestra pequeñez, nuestra debilidad, nuestras ignorancias y el cúmulo de heridas que vamos arrastrando a lo largo de nuestra historia y nos hacen faltar al amor. Hasta cargar con la pesada cruz de las consecuencias de nuestro desamor y las de todas las generaciones humanas desde el primer hombre hasta el último que existirá.
Hoy te pregunto: ¿No te sientes abrazado por un amor incomparable? ¿No te sientes liberado de tus cargas?. Ábrele tu corazón al que puede dar respuesta a tus inquietudes más profundas, al que puede sanar tu corazón lastimado, al que pagó con sumo dolor cada una de tus faltas de amor y lo único que te pide a cambio, es que obtengas y aceptes tu propia felicidad, libertad y vida eterna.
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Tu misericordia
El rostro que más me gusta de nuestro querido Señor es el de su misericordia: Amarnos tanto así como para exponerse a innumerables penas físicas, emocionales y espirituales es algo que escapa a toda lógica humana o a cualquier razonamiento.
Su misericordia es amor y más amor abrazado a una cruz acogiéndonos a todos en Su Reino
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El lago y el sol
Nuestro querido Dios es como el sol que en esta historia hacer renacer a un lago que se veía triste, perdido y desolado. Así como ese lago, puede estar nuestra alma, pero Él, nuestro Señor, con su gracia, nos hace renacer y como Él ve lo que podemos llegar a ser y no lo que somos, nos lleva con sus ternuras, su paz, su poder y por supuesto respetando nuestra libertad, hasta el punto en el que podemos ser lo que en su voluntad Él quiso y soñó que fuéramos.
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Y el reloj marca las tres
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La casa de mi Padre
La casa de mi Padre es casa de oración nos dice nuestro Señor, es allí donde el mismo Jesús es consagrado en cada Hostia.
Hoy sabemos que más que los templos de piedra, lo somos nosotros , templos vivos de Dios mismo que habita en espíritu y en verdad en nuestro corazón y de una manera especialísima cada vez que le recibimos en la Santa Comunión.
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Pendiente de mi cruz
Es apoyar todas sus palabras que son vida y luz con hechos.
Pendiente de una Cruz, así espera por cada uno de nosotros para salvarnos.
Cierto que resucitó pero también es verdad que sufrió y sufrió mucho por ti y por mi
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María Auxiliadora
“Mi auxilio me viene de Ti que hiciste el cielo y la tierra”. Aprendamos a repetir esta palabra con nuestra mamá María.
Ella, como madre nuestra por voluntad de Dios, nos ayudará a volver nuestros ojos al Señor en momentos de dificultad, de soledad, de tristeza o de incertidumbre.
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Mi corazón por un velo
Aveces pensamos como quisiéramos aliviar a Jesús en su camino del calvario.
Si bien, no lo podemos hacer materialmente y estar allí para enjugar su rostro, sí que podemos viajar en el tiempo en las alas del Espíritu Santo y consolar su corazón con nuestro amor no sólo directamente a Él como nuestro Dios sino en el amor evidenciado a nuestros hermanos donde hemos de encontrar el rostro sufriente de Cristo.
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Quién irá
Nuestro querido Dios nos hace parte de su comunidad de amor, de Su familia, por eso Él mismo nos invita a formar parte de la obra de salvación.
¿Quién irá para hablar por Mí? Nos dice y nosotros, llenos de su amor, Nos Sentimos movidos por un impulso casi irresistible a comunicar de ese infinito amor y gracia que Él nos dá a todos nuestros hermanos
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Mi alma descansa en tí
Descansar en Dios es encontrar el único amor que puede colmar nuestro corazón; es escuchar Su palabra que amplía nuestros horizontes e ilumina nuestras cosas superando las estrecheces y limitaciones presentes.
Es tocar la eternidad con el atrevimiento del amor que el mismo Señor nos proporciona.
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En la Santa Comunión
En la Santa Comunión no recibimos una fuerza, una energía, recidimos al mismo Jesús con su vida, sus pasos, sus obras, sus penas y oraciones, con su resurrección, ¡en fin!, es el mismo Cristo, que en un exceso de amor, quiere quedarse a caminar con nosotros y fortalecer nuestros pasos cada día. ¿Cómo no adorarle? ¿Cómo no rendirle toda gloria y honor a Él?
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Colocenses 1:24
“Que yo complete en mi carne lo que hace falta a la Pasión de Cristo”, eso dice ese pasaje. Pero la Pasión de Cristo ya está completa, Él pagó con sus innumerables penas todas nuestras culpas. Lo que hace falta es que nosotros nos vinculemos con nuestros pequeños o grandes sufrimientos a los méritos de los Suyos que son Divinos y capaces de alcanzarnos la misma eternidad y queramos por supuesto recibir todo el bien que en Sus penas está contenido.
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Mi alcázar
“Sin Mí nada pueden hacer”, nos dice Jesús, esto es estar confiados como un niño pequeño que se queda seguro en los brazos de su madre, es la actitud de una persona, de un alma que sabe que fue creada para vivir en comunidad, en Comunión con la Santísima Trinidad.